viernes, 4 de octubre de 2013

BEDTIMESTORY de la Princesa Sapo

Cada vez se hace más evidente.
(La muerte no puede ser solamente ese desgarro doloroso al que nos enfrenta nuestra razón.
La "razón" no puede ser nuestra única, ni siquiera nuestra principal herramienta para entender el mundo.)

Hace muchísimos años, los seres humanos poblamos la tierra, este planeta difícil y agreste. Eramos pocos y no teníamos mucho, así que había que lucharla. Por un tiempo navegamos por la vida usando una brújula interna compuesta por la razón y la intuición, y nuestra visión de la realidad era más completa, entendíamos. Eramos felices pero no poderosos; convivíamos con el planeta, no lo dominábamos. Vivíamos. No "explotábamos"(ni los recursos, ni las bombas, ni los aneurismas por estrés); y moríamos por supuesto, pero no era tan grave. Es decir, nos sabíamos parte de un todo que se recicla y entendíamos nuestra vida como una parte del ciclo; entonces moríamos -sí- pero sin despedirnos, sin desaparecer, sin finales.
Un buen día (o un mal día) nos provoco "tener" más. Más tiempo, más cosas, más control, más poder, y la única manera de "tener" era cuantificar, separar, tangibilizar, cosificar (ya no sé si todas estas palabras existen, pero todas juegan a lo mismo): Solo se puede "tener" la Materia. No se puede "tener" la Energía. Así que había que "desaparecerla"...

-¡Pero es lo mismo!....
-No, no lo es. Y no lo repitas o te cobro más impuestos!
-Es lo mismo, y siempre lo hemos sabido...
-¿Cómo lo sabes? ¿Quién lo dice?
-Mi intuición, mi creencia, la de mis padres, mi voz interior, mi paz, mi armonia.
-Pues será mejor que las calles a todas (Ten cuidado que te quemo por bruja)
- ¿A quien escucho ahora entonces?
- A todo aquello que te da prueba tangible de su existencia, lo que puedas tocar (agarrar), mirar (desear), oler (apetecer), gustar (tragar), oír (entender)...
- ¡Entender??
- ¡Entender! estructurar en el tiempo y el espacio, razonar. RAZONAR. ¡Estamos claros?
- ¿Y mi espíritu?
-Tu ¿què?
- Mi espíritu, mi alma, aquello que soy pero no toco, la razón de mi existencia, mi conexión con Todo.... Eso pues!
- Ah! Eso, si, bueno... pregunta en ese edificio grande en la esquina, ahí te darán razón. El que tiene el cartel que dice "Religión".
- Si...  Jefe!

Y entonces la mitad de nuestra brújula se tuvo que sabotear. Porque no nos servía para este mundo. (¿Porque no nos servía para este mundo?? Por favor!) Y creamos maravillosas plantas saboteadoras de criterios, en ellas los pequeñísimos seres humanos entran con un nivel de iluminación alto (aproximadamente a los dos o tres años) y salen con un acumulado de información intrascendente que sirve para triturar la mitad de su brújula (la mitad que no tiene asidero en la realidad cuantificable) y convertirlos en seres humanos razonables y aptos para la sobre/super/mala/pobre-vivencia.
Lo que no nos dijeron en su momento (o quizás sí, pero no hicimos caso) es que cuando elegimos "tener" en lugar de "ser", elegíamos en combo. "Tener" viene con porción ultra grande de "miedo", y "miedo" transforma terriblemente la felicidad.

(Realmente cada vez se hace más evidente)
Y colorin colorado, este cuento....

miércoles, 28 de agosto de 2013

De como viajar acá cerquita y regresar con algunas lecciones

Mi hermano D está en Mexico D.F.
Se fue por "chamba", sin embargo me lo imagino casi caminando sobre las nubes del paraíso, ahí rodeado de metros y metros de celuloide y kilos y kilos de chile (benditos somos los que logramos "chambear" en lo que nos apasiona). Nos escribe desde la filmoteca de la UNAM: "no utilizan simplemente archivo fílmico  para denominar lo que ellos protegen, cuidan y difunden : Ellos le llaman acervo fílmico (...) uno es una suma de bienes que se acumulan, se catalogan, se archivan, lo otro es un conjunto de bienes que guardan el patrimonio moral, cultural, espiritual de una colectividad"
Hace varios años viaje a Buenos Aires, durante un bajón económico importante en la Argentina, varios hicimos ese viaje, aprovechando que por un tiempo el peso se igualaba un poco al humilde sol y que, dada la coyuntura, se podía saquear, cual buitres sedientos, tiendas de libros y música  y  regresar a la Lima gris con maletas considerablemente más pesadas que a la partida. El primer día  allá subí a un taxi y el taxista me hizo una reseña de los ciento cuarenta montajes teatrales que habían en cartelera en ese momento, me contaba entristecido, que solo había podido ir dos veces al teatro ese mes, que con las "cosas como estaban" había tenido que recortar sus gastos. Dos veces al teatro en un mes, en época de crisis económica.
¿Quién decide qué cosa es Cultura? 
Esta definición que me alcanza D me resulta tan elocuente: Bienes (tangibles o intangibles, seguramente no le molestará que acote) que guardan el patrimonio moral,  espiritual de una colectividad. 
Entonces los limites de la "Cultura" se delinean junto a los de su moral, a los de su espiritualidad, y cualquier creación humana que se sustente en un impulso espiritual puede ser considerada "Cultura". 
Que difícil cuando la colectividad en cuestión, la sociedad en cuestión,  no tolera la diversidad de morales, la diversidad de espiritualidades que la conforman; que difícil que reconozca entonces la inmensidad de su acervo cultural. 
De repente el camino es el inverso, quizás la búsqueda más efectiva empieza por valorar las manifestaciones culturales, para luego validar el alma que contienen.
 Parece ser más sencillo:  ¿Nunca has probado quinua? ¡Pruebala ahora! justo ahora, que conocer la mayor cantidad de insumos alimenticios nacionales está de moda. Existen historias hermosas sobre la quinua, la mayoría de origen andino, porque es, y ha sido por mucho tiempo un alimento sagrado, pero por ahora no importa si las conoces, por lo pronto prueba la quinua, seguramente una vez que te guste le prestaras más atención a lo que se dice de ella, a lo que ella significa para otros.
Pero qué pasa cuando no hay una Tendencia de comportamiento de por medio? Cuándo lo que se necesita es un poco de apertura, un poco de tolerancia, un poquito de curiosidad personal y mucha autoestima. Un combo imprescindible para sumergirse en las diferentes corrientes culturales que nos rodean. Qué pasa cuando tenemos que dejar de lado por un momento nuestra propia espiritualidad, nuestra propia moral, para validar y respetar la de otros, que puede ser distinta y que se manifiesta de otras maneras. ¿Podemos? ¿O nos ganará el miedo? Porque  resulta terrorífico darse cuenta de cuantos y cuantas no son iguales a ti, no sienten lo mismo que tú, no se ríen de las mismas cosas que tú, no se excitan con lo mismo, no creen en lo mismo. Puede ser aterrador aceptar que tu cultura; aquello que te define como ser trascendente y en relación a lo demás, no es un TODO controlable, sino la suma de muchas partes vivas, cambiantes, incontrolables; propias y ajenas, pero igual de valiosas.
Hacia eso deberíamos avanzar mi querido D. Hacia esa palabrita. Acervo. Conjunto. Avanzar hacia eso superando el miedo, la mediocridad (que a veces nos hace jalarle la pata al de arriba), la intolerancia, la desidia. Hacia un acervo inmenso, gigantesco, brutal... qué alcance para treinta  filmotecas y para absolutamente todos los taxistas treinta veces al mes. 
Mientras tanto, y haciendo el camino, que te enchiles como loco, que la envidia sana te revuelva el cerebro de esa manera poética y radical que tu tienes, y que regreses feliz y dispuesto a seguir "archivando" sueños.

jueves, 18 de julio de 2013

Cardo y ceniza Perusito

Me desperté avergonzada... ¿Qué me da vergüenza?
Porque la vergüenza es un sentimiento sobre uno mismo (por eso existe la frase "vergüenza ajena") vergüenza se siente de algo que yo hice, hago, haré, soy, fui o seré, o todas las anteriores. "Vergüenza nacional", ¿vergüenza que se siente como nación? Mentira, no somos capaces de sentir como nación. Todavía y quien sabe si algún día. Por ahora podríamos llamarle "vergüenza indignada", o para no hacernos los triunfalistas "vergüenza caviar" o "vergüenza hipster" o "vergüenza de aquellos que están en mi facebook", y en cualquier caso "vergüenza de algunos pocos", y ¿por qué? ¿Qué nos avergüenza? ¿que hemos hecho mal?
No hemos sabido elegir. Puede ser, pero no solo eso no?
No hemos sabido fiscalizar como sociedad civil a nuestros elegidos, sí, también, pero antes... antes...
No hemos sido "políticos", es decir, no nos hemos involucrado lo suficiente en la vida política de nuestro país, de nuestra ciudad, de nuestro distrito, barrio, cuadra. Eso que se llama ser "políticos" en la vida diaria y que puede reducirse a acciones simples y básicas como ser parte de la junta de propietarios del edificio o generar algún tipo de vínculo organizado en la calle en la que vivimos. Ir a las juntas de padres de familia, leer el periódico, el blog o el medio de información que preferimos, siempre sabiendo que quien sea que pretenda informar en estos tiempos, también pretende hacernos pensar de determinada manera.
Mirar a la gente que cruzamos en la calle, a los ojos, decir buenos días al portero y estar atento a los cambios de la ciudad y decisiones de los alcaldes. Tener el coraje de decir que no estoy de acuerdo, en voz alta, o con un estencil, o con una acción escénica, o con un post en facebook (y no me jodan con que el activismo internetico "no es lo mismo", vayan a ver lo que ha logrado en otros países indignados, no es lo mismo pues, pero es otro camino, y siempre es mejor que no decir nada!). En cualquier caso involucrarse, con el de al lado, con los de alrededor, con el país también. Por supuesto que el PAIS es inabarcable, y nunca un solo individuo va a lograr contenerlo completo, y no se trata de eso. Se trata de salir de uno mismo un poquito para mirar que hay mierda alrededor. Darnos cuenta que no todos en el Perú están viviendo por siempre felices comiendo cuy y quinua, que no todos en el Perú somos iguales y eso está bien, que no se trata de minimizar al que busca la felicidad de otra manera, que hay "felicidad" para todos. Y ESCUCHAR, escuchar sin creernos dueños de la verdad, escuchar las razones de los demás, escuchar a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, validarlos como interlocutores y como iguales.
Darnos cuenta que nos hemos equivocado en elegir, y no hemos fiscalizado a nuestros elegidos, y de que nos quejamos de que no hay mejores candidatos cuando no hacemos ni un poquito para criar candidatos, para generar espacios en los que aparezcan candidatos, para ser buenos candidatos.
Eso me da vergüenza esta mañana, y bien conchuda escribo esto en plural cuando es básicamente sobre mi. Sobre que no salí a mostrar mi indignación ayer porque tenia que trabajar. Sobre que ahora me digo a mi misma que escribiendo estoy haciendo algo (además de callar mi conciencia). Sobre cada vez que prefiero callarme la opinión para no entrar en discusiones. Y así seguirán siendo mis despertares supongo, de vergüenza nacional por mi manera de ser peruana.

martes, 25 de junio de 2013

Alrededor de una casa de muñecas

Se habla mucho sobre lo interesante y trasgresor que es el personaje de Nora de "Casa de Muñecas" (H. Ibsen). La mujer que se va de su casa, de su matrimonio, de su maternidad, a buscarse a sí misma, a descubrir quién es, pues no ha podido hacerlo hasta ese momento. Ella se da la vuelta y da un portazo, después de haber echado algunas culpas y de haber descubierto su vacío interior en una escena que se repite entre las parejas desde hace años y seguramente se seguirá repitiendo, una escena que tiene un trasfondo certísimo e inmutable: somos distintos, no nos entendemos.
Somos distintos, no nos entendemos. Mas allá de las bromas y comentarios sarcásticos y hombres de marte y mujeres de venus, somos diferentes por naturaleza y aquello que realmente nos iguala es la necesidad y atracción que sentimos los unos por los otros. Entonces, hay los que seguimos dándonos golpes contra las paredes y mantenemos la esperanza de algún día llegar a un lenguaje común, y hay los que vivimos tranquilos en la diferencia, en el complemento; sin necesidad de convertir la diversidad en conflicto. A un nivel interpersonal, hemos logrado cierto equilibrio, un equilibrio que es el resultado de promediar los "desastres" íntimos y privados de cada pareja que existe y ha existido. No parece haber una fórmula, más que la conciencia de que día a día se hace camino al andar, caminante, golpe a golpe y beso a beso. Y punto.
Hay otros niveles sin embargo, hay niveles en los que la diferencia se vuelve un poquito peligrosa, un pelin agresiva, una pisca terrorífica... "Acaso una mujer no tiene el derecho de ahorrarle a su padre moribundo un sufrimiento innecesario?, acaso una mujer no tiene derecho a salvar la vida de su marido? Incluso si esto significa falsificar una firma? a quien le hace daño?" dice Nora.
Y¿Por qué Nora no habla desde el comienzo? ¿Por qué no le dice a su Torvaldo: "Sabes qué, estás enfermo y hay viajar al sur para curarte, así que vamos a pedir un préstamo." o "Sabes qué? Te acuerdas esa ves que fuimos a Italia? No era por mí, sino por ti, por tú salud, y para ir yo pedí un préstamo, hay que pagarlo juntos?" No lo hace, no? Por qué? Ah? Pues por salvaguardar el bien mas preciado de su esposo, su mayor tesoro, aquello que es más valioso para él que ella misma: EL HONOR
Eso que, para mayor información, en la actualidad llamamos orgullo.
Ese, me disculpan aquellos que lo tienen en alta estima, ese honor/ orgullo, ese maldito... es el más cochino invento o descubrimiento o concepto o sentimiento que alguna vez llego a nuestra vida como especie, para hundirnos en la absoluta miseria. Para amarrarnos a medio metro de la felicidad y nunca soltarnos la soga. Para hacerle la guerra a la paz, a la armonía, a la alegría, al bienestar. Y me corrigen si me equivoco, pero ese, honor/orgullo "NO EXISTE", no es una emoción, que aparece como consecuencia de algo real, no es como las hormiguitas del miedo, o la alegría, o la excitación, o el hambre. Es un sentimiento "máscara", creado para hacernos creer que hay algo que salvaguardar más importante que nuestro placer y felicidad; que hay algo por lo que luchar contra otros, algo por lo que pasar por encima de otros, algo por lo que creerse mejor que otros (Y al que me venga con el rollo de la preservación de la especie, que no joda, para salvaguardar eso se inventó el orgasmo!).
Muchas (todas?)  las elaboraciones políticas y sociales de la humanidad han sido construidas con ese maldito de cimiento. Y Muchas (todas?) son construcciones masculinas. La iglesia, el estado (democrático, oligarca, autocrático...) el mercado capitalista, el paradigma de conocimiento...
Y es uno de los conceptos que los hombres y las mujeres llamamos igual pero vivimos distinto. Nora es consciente de que existe y rige el espíritu de su marido, pero vive por la ilusión de que suceda un milagro y pierda importancia al lado del el amor que siente por ella (les suena conocido?)
Y tiene sentido entonces que Torvaldo, totalmente anonadado por la resuelta rebelión de su "pajarillo" le  conteste "No puedes (irte) , ¿Sabes qué va a pensar la gente?" y qué ella responda "No, pero me interesa más qué voy a pensar yo".
Por otro lado, Cristina y Krogstad. Ellos se amaron de jóvenes pero no se juntaron, ella se casó con un hombre con dinero, para poder mantener a su madre y hermanos. Él, despechado, siguió su vida, alejándose del camino trazado por el honor, y más de una vez cometió actos que lo convierten en un hombre de "mala reputación". Cuando se encuentran, él está solo y triste y viudo, y por supuesto no pretende  ser merecedor del amor de nadie, sino más bien del odio que la sociedad le ofrece, por haber tirado por la borda ese honor tan preciado. Ella no tiene tiempo de ser feminista porque ha tenido que trabajar para sacar adelante a los suyos, no tiene tiempo de buscarse a si misma porque lo que está buscando es alguien por quién trabajar, alguien que le de sentido a sus esfuerzos diarios, otro naufrago para compartir la tabla. Ellos no tienen honor, no tienen orgullo, son aquellos que la sociedad desprecia. Un poco corruptos, o corruptibles, un poco miserables, un poco tristes, y definitivamente no están pensando en lo que los diferencia. Ellos son más humanos, ellos ganan entonces el Amor.
Y por qué la crónica/critica/comentario...
Ahora, que se desarrollan proyectos de ley que pretenden eliminar la educación sexual de la agenda del estado, negar la posibilidad del aborto terapéutico y penalizar la capacidad de decisión de la madre gestante. En estas épocas que se trae a la agenda el servicio militar "obligatorio" o mejor dicho selectivo con criterios económicos, ¿El servicio MILITAR? ¡¿MILITAR?? De verdad lo que más necesitamos es convertir a nuestros jóvenes en soldados?¿Validarles la Violencia?? ¡¡¿La Muerte???
Yo me pregunto qué fuerza, que corriente de alcantarilla nos sigue llevando a buscar esas medidas, qué poder, qué peso entra en la balanza para que no nos revelemos con todas nuestras fuerzas contra esos discursos, esas decisiones. De verdad la mayoría de nosotros seguimos creyendo en... Qué? La violencia, la imposicion, la ignorancia, el sufrimiento, la negación del placer... ¿Por qué?
Y ahí está Nora, tirándole la puerta en la cara al orgullo, al "honor", al des-amor. Reclamando el milagro de convertirse en un verdadero matrimonio (como el que debería haber entre un pueblo y su estado, no?), y entendiendo que ese milagro solo se cumplirá si ella crece y se conoce. Lo mismo que tenemos que hacer nosotros como sociedad, con la diferencia de que no podemos hacer un break con nuestro estado mientras lo logramos... Ahí están Cristina y Krogstad, sin honor y juntos, sin aprobación de la sociedad y felices. Y ahí está Torvaldo, destruido, solo, sin mujer por primera vez, sin entender bien qué ha pasado ... y mirando a su pequeño hijo, que seguramente necesita un abrazo, y sin poder levantar los brazos hacia el.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Sobre los nuevos medios: La princesa sapo no quiere chatear más...


Cuando mi mamá tenía catorce y mi papá dieciocho y decidieron ser enamorados, ella vivía en Sullana, y el en Lima, estudiaba en la Uni. Todos los viernes terminando clases se subía a su carro, pisaba el acelerador (mi papá siempre ha tenido debilidad por la velocidad automovilística),  y enrumbaba en una travesía de toda la noche y parte de la mañana del sábado, hacia el norte. llegaba al mediodía  se lavaba la cara e iba a buscarla, almorzaban y pasaban juntos la tarde (siempre me he imaginado el momento en el que ella abría la puerta y se miraban, sabiendo que tenían por delante unas cuantas horas de plaza provinciana y chaperones de doce años, para luego dejar de verse por una o dos semanas). Al llegar la noche se iba por supuesto a un hotelucho de medio pelo a dormir y el domingo temprano emprendía el camino de regreso porque, claro, tenía que llegar a clases el lunes.

Cuando tenía quince años me llamaban por teléfono, al teléfono fijo de mi casa, yo corría a contestar y si era la llamada que estaba esperando (un chico por supuesto) me encerraba en algún cuarto vacío para pasarme los siguientes quince minutos entre comentarios tontos, pausas interminables, preguntas incomodas y risas queditas, poniendo la mano sobre el receptor del teléfono para que no se escuche mi emoción. Uno de mis regalos más preciados en la adolescencia fue un teléfono para mi cuarto, pop hasta la pared del frente, transparente y de cordón celeste, ese teléfono y la respectiva linea "privada" consolidaron lo que yo creía en ese momento que era mi adultez; la posibilidad de mantener una relación con el mundo desde un espacio íntimo y personal.

Ahora le tenemos flojera (o miedo) al verdadero contacto. Es casi imposible pensar en viajes por carretera de veinte horas para ver a alguien por seis horas,  no tiene sentido, no es efectivo, ahora hay chats y facetime, y skype y watsapp. Cada vez es más raro recibir o hacer llamadas por teléfono, casi siempre contamos con dejar un mensaje, o un rastro en el registro del teléfono receptor,  y no tener que pasar por el trance agotador de "hablar" de verdad con la otra persona. Es más fácil mandar un mail, un mensaje de texto, una carita (feliz, triste o molesta) y de esa manera ahorrarnos el tiempo y esfuerzo de "escuchar" una respuesta.
Cuando no había otra que vernos a las caras, visitarnos, tomar un café, salir juntos a "relojear" por la placita de sullana ; el proceso de comunicación se configuraba a un nivel orgánico. El cuerpo del otro estaba ahí  con sus gestos y entonaciones, sonrisas, muecas y posturas y toda esa información se filtraba a través de nuestra propia  experiencia, emoción, estado de animo y finalmente resultaba en una representación del otro. En otras palabras, lo sentíamos. Su temperatura, su volumen, su olor y sus sonidos. Su materia y su energía proyectada hacia nosotros en el presente. (Asu cuanta "carga"!). Tiempo después,  durante el reinado del teléfono fijo,  ya estaba permitido no mirar a quien te enamoraba, podías sólo escucharlo, y si manejabas bien la respiración, era posible esconder completamente una capa enorme de información. Ya no había que compartir el espacio, pero por lo menos sí el tiempo, el mismo momento, y la gracia era saber que en ese mismo segundo en alguna parte de la ciudad alguien suspiraba contigo. (La carga se reduce)
Ahora, en la actualidad.... Bueno.... ¿Qué quieres que te diga?
Me encantaría estar discutiendo esto contigo mientras nos tomamos un café, mirarte mientras me escuchas y escucharte mientras me miras. Pero yo estoy en mi propia vida y tu en la tuya, y lo único que nos une es una pantalla y seiscientas cincuenta palabras que escribí en otro momento, en otro lugar. Ni siquiera seremos conscientes de que nos estamos comunicando, y si quieres refutar con la literatura en la cabeza, los libros y cada material impreso que comparte características con este humilde espacio cibernético, te contestaría que a este humilde espacio cibernético no le interesa un pimiento ser artístico, que está mucho más interesado en ser un vínculo concreto con otros, en comunicarse y en la reflexión comunitaria.
Ahora en la actualidad, nada es tan distinto, las cosas siguen cambiando y siempre nos vamos a sentir un poquito desfasados, porque todo tiempo pasado fue mejor y nadie sabe que nos depara el futuro. Mientras tanto las historias de los viajes interprovinciales se glorifican, los teléfonos transparentes con cordones de colores adoptan sus lugares en los museos y nos queda la pregunta principal, a mi entender, la única que tenemos que hacernos, la que seguramente nos venimos haciendo desde el principio: ¿Acaso tanto cambio de formas nos cambia también los fondos? ¿Y estamos de acuerdo?

sábado, 4 de mayo de 2013

Noche en Blanco

La Noche en Blanco...

A) Conozco a quienes se dedican a ella el año completo, que viven durante 364 días con sus noches trabajando para generar este espacio, este evento. Reunir artistas de diferentes disciplinas, de distintas nacionalidades y utilizar las calles y espacios públicos para el encuentro de estas manifestaciones artísticas y el espectador que busca disfrutarlas. Una noche al año en la que las artes inundan las calles, los artistas se juntan y la comunidad acoge la perspectiva lúdica de quedarnos todos despiertos en el disfrute colectivo y libre de una exposición de gran dimensión.

B) Coincidí hace unos días en un estudio de televisión (en el que me entrevistaban por la obra en la que trabajo en este momento) con la alcaldesa de barranco- distrito en el que se realiza la edición 2013 de la Noche en Blanco- que iba a promocionar e informar sobre la participación de la alcaldía en el evento. Me preguntaba mientras la escuchaba hablar, ¿Qué tan intensa hubiera sido la colaboración si la iniciativa no venia respaldada por la Unión Europea, los artistas internacionales y el Tsunami de relaciones públicas que la Noche en Blanco se ha sabido hacer año tras año? Yo vivo en barranco y no considero su gestión  municipal especialmente lucida ni con objetivos claros y sostenibles con respecto a la cultura, a las dinámicas de los vecinos o al uso y aprovechamiento de los espacios públicos. La alcaldesa de barranco, a quien no conozco personalmente, me parece más interesada en el marketing de su gestión que en la gestión en si.

C) Transito diariamente por la esquina en la calle Cajamarca en la que se encuentra La Casa Recurso, durante bastante tiempo la he visto vivir como un espacio que confluía gente del medio teatral, hombres y mujeres llegando a ensayar, armando ferias de diseño independiente, veladas de jamming o impro, clases yoga, etc. Un buen día la colorida casa, amaneció con grandes letreros municipales de clausura, y sin saber mucho (nada casi) sobre la situación, mi primer pensamiento fue "Municipalidad de Mierddd...". (Yo vivo y miro el mundo con el filtro de que la minoría/ el desposeído SIEMPRE tiene la razón, y ese es mi "error dramático"). La mejor consecuencia de estos letreros de clausura: Se empiezan a juntar artistas y vecinos de barranco cuyas practicas están ligadas a la cultura, para hacer un frente común, tanto para la interacción con las autoridades como para la programación y organización de su interacción con su comunidad, con su barrio.
CONCLUSIONES BLANCAS:
Salgamos hoy en la noche y vamonos de boleto viendo arte, viendo gente y viendo calle. Con amigos o solos o con hijos, hermanos o vecinos. Salgamos!
Salgamos todos los días a caminar por la calle con la firme creencia de que es nuestra, y podemos (y debemos) usarla positivamente.
Salgamos a pedir que las autoridades faciliten, agencien y gestionen la creación y formalización de focos de cultura en cada esquina, sino para crear arte o fomentar cultura, para ayudar a reducir la inseguridad ciudadana, para aumentar los vínculos dentro de los distritos, para aumentar las iniciativas económicas y empresariales que estos "focos" pueden significar.
En cualquier caso Salgamos, miremos la luna, tomemos aire, caminemos, salgamos.


lunes, 8 de abril de 2013

pelotas en el aire

Nada és sino la representación que cada uno hace de una porción de la realidad.
Nadie és, sino la representación que alguien hace de uno. Yo no existo. Existen miles de versiones de mí, repartidas en el imaginario de cada persona que alguna vez cruzo su camino conmigo. Yo misma no me conozco en la "realidad", solo conozco la versión de mí que decido ver cada día, una intersección de "quien soy", "quien necesito ser" y "quien puedo ser". Nuestra identidad se comporta como el agua en su ciclo natural, viaja, se transforma, se disgrega y luego se condensa; sobre algunos caemos como micro-gotas de humedad mañanera y sobre otros somos una ola, depende de qué necesitan o quieren esos otros que seamos.
"¿Tan rápido llegamos a: Todo es relativo?" diría V, y yo me reiría porque sí, ya llegamos ahí. Todo es relativo, y hacer la vida es tratar de mantener treinta o cuarenta pelotas volando en el aire sobre nuestras cabezas, no permitir que se caigan, no permitir que se vuelen y sobretodo  nunca, jamas,  poder agarrarlas y controlarlas todas. Nunca entiendes pues. Y mientras más lo intentas, más te enredas. Como arenas movedizas, mas te mueves mas te hundes. Por eso es más fácil no mirar hacia arriba, no preguntarse, enterrar la cabeza en la arena,en la almohada, en el i pad. Complicarte solamente con la receta del postre que vas a preparar, o con la agenda de esta semana, o máximo con la noticia del periódico. Pero las pelotas y sus explicaciones inútiles y su relativa realidad están ahí siempre y de repente CLOCK! ...una te cayo en la cabeza ! Y ahora quién te salva de sentir: ¿Qué importa todo? ¿Qué importa si igual...? ¿A quién le importa, el postre o la semana o la noticia? ¿Qué importa si solo somos unas pelotas relativas, manteniéndose a flote mientras alguien más nos otorga realidad con su percepción? ¿qué importa?
Por otro lado: No es así.
 Por otro lado sí hay certezas. ¿No? Claras e indudables certezas sobre las personas, las cosas, los momentos. Hay certezas que no se pueden comprobar, porque todo lo que se puede comprobar se relativista tarde o temprano.Por lo tanto si quieres alguna seguridad, un piso, una tabla para agarrarte. Algo inmutable que te ayude a seguir malabareando pelotas por el tiempo que sea necesario, este Algo debe ser in comprobable. Una certeza inmutable, que no veamos, escuchemos o toquemos, Algo que percibamos a un nivel sin cuestionamiento. ¿Existe?
Wooow! Una pelota se cae... ya me confundí. Ya no sé bien de que estoy hablando.
Creo que voy a buscar una receta de brownies y poner algo de música.

domingo, 24 de febrero de 2013

23 de febrero


Nuestra vida transcurre en un movimiento pendular constante que va del Amor al Miedo, y cada una de nuestras acciones (y por acciones entiendo cada pensamiento, palabra, sentimiento o acto realizado) es un motor que utilizamos, consciente o inconscientemente,  para acercarnos a un extremo, o al otro. Al Amor, en su forma más pura, o al Miedo, en su esencia también. Lo único realmente seguro es que ese movimiento, ese balanceo, no para nunca. 

***

La muerte, el asesinato de un hombre joven; la orfandad de una niña pequeña, la violencia, el sin sentido, la in humanidad. No hay razones ni explicaciones suficientes. La única manera de encajar acciones como estas en algún tipo de lógica parece ser des humanizando a sus perpetradores, alejándolos de nuestra propia naturaleza. Resulta muy difícil reflejarse, identificarse, en acciones así  Resulta casi imposible de explicar, ¿Qué impulso puede terminar en este tipo de acción?  ¿Qué tipo de ser  humano puede "querer" matar a alguien? ¿Es tan amplio el espectro de lo que significa ser humano? ¿Qué es lo que hace que una persona se acerque tanto al Miedo?
Porque para llegar a ese nivel de violencia hay que estar sumergido en Miedo, en terror absoluto, en ceguera. Para quitarle valor a la vida hay que haber sido despojado de Amor. Por eso quizás es difícil imaginar qué puede pasar en el alma de ese ser humano. Imaginar un alma que no percibe Amor es desolador.

***

Sin pretender plantear explicaciones, (¿Con qué derecho además?) pero pensando en qué hay que hacer sobre esto... 
¿Nos damos cuenta de que todos ejercemos violencia sobre alguien? 
Es violento llenarnos la boca con eslogans marqueteros sobre el progreso y los booms y la mejora de la economía, cuando la mayoría de personas que nos cruzamos en la calle no tiene acceso a los beneficios de estas supuestas mejoras.
Es violento perpetuar y validar un sistema en el que inevitablemente una pequeñísima minoría "vale más" que la gran mayoría.
Es violento educar a generaciones en la creencia de que la cantidad es mas importante que la calidad, de que el dinero es más valioso que el aire o el agua o la tierra; de que el poder está por encima de la vida.
Nuestro comportamiento en la calle es violento, nuestra forma de ganarnos un lugar en el mundo está condicionado a ser violentos y agresivos, nuestro trato a las personas que nos rodean; estamos tan acostumbrados a manejarnos con violencia, con agresividad, desde el Miedo; que cuando algún iluminado se maneja y pretende vivir desde el Amor lo llamamos Mesías, loco o imbécil.

¿Esa es nuestra naturaleza?

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El hombre cuya vida terminaron ayer, tomó fotografías, retratos de los participantes y personajes de la fiesta religiosa Qoyllur Riti, y luego las expuso en gran formato en Mahuayani, lugar donde comienza el trayecto de la peregrinación, para ser vistas y disfrutadas por todas las personas que participaron en la misma fiesta. 
Ese es un acto de Amor puro. Esas son imágenes de Amor.

Mi única conclusión clara (ilusa e ingenua quizás) es que hay que seguir intentando balancear el péndulo hacia el otro lado. 


lunes, 28 de enero de 2013

mea (mama) culpa

Mi confesión del día es que soy una mala madre.
Mala malísima... a veces me asusto a mi misma, a veces pienso que no merezco serlo, a veces, como ahora, lo digo en voz alta para ver si así me siento mejor.
Adoro la televisión porque cada cierto tiempo puedo decir "Y qué tal si vas y prendes la televisión" . Adoro la computadora porque cada cierto tiempo puedo decir "'No te gustaría jugar un poco de compu?". Aun no caigo en la tentación de los aparatos de juegos electrónicos mas sofisticados (no doy nombres porque seguramente daría uno totalmente des actualizado y se burlarían de mi), pero sé que los tengo ahí, guardaditos, como un as bajo la manga, y no escupo al cielo porque en cualquier momento de debilidad romperé el chanchito y de repente llegará a mi casa una caja que emocionará a mi hijo, y me asegurará a mí varias horas de calma ininterrumpida.
Empiezo la semana con la firme determinación de realizar alguna actividad compartida que implique creatividad y aire libre y esas cosas; tiempos de calidad que le llaman, algo como hacer galletas, o pintar una pared del cuarto, ir a una exposición  o salir a caminar; termino la semana agradecida de no haber decapitado a L y sintiéndome bien porque en vez de ver la programación de siempre pusimos una película y la vimos comiendo canchita.
Me siento una mala madre unas cuarenta veces al día,  cada vez que L me hace un comentario y yo lo miro y asiento, poniendo cara de que lo estoy escuchando, mientras en realidad estoy pensando en cualquier otra cosa, desde qué tengo que comprar en el supermercado, hasta mis planes de ir a la playa.
Me siento una mala madre cada vez que resuelvo un almuerzo con arroz con huevo, o cereal con yogur o peor aun, con comida rápida: muy atractiva/cero nutritiva. Cada vez que en vez de pelar una manzana saco una galleta. Cada vez que me hago la loca con limpiar orejas, cortar uñas o lavar pelos. Cada vez que gasto dinero en algo para mí en vez de comprar un juguete, un libro infantil, un tarro de plastelina.
Me siento una pésima madre, y una mala persona, cuando mis frustraciones del día, o del mes, se vuelven "No hagas eso!" o "Cuantas veces te he dicho?!" o "Estoy harta de que...". Cuando mis reacciones son sobre dimensionadas o explosivas; cuando mis respuestas son negativas o displicentes. Cuando no lo miro a los ojos, cuando no escucho sus argumentos, cuando lo callo, cuando me impongo sin dejar lugar al diálogo. Me siento una mama de pacotilla cuando él me abraza y no respondo a su abrazo, o peor aun, cuando lo abrazo rapidito nomas, para pasar a lo siguiente; cuando llego a casa y me ofrenda un dibujo hecho especialmente para mí y yo, casi sin mirarlo, le pregunto "¿Ya te bañaste?"; cuando pienso que lo quiero y no se lo digo porque hay "cosas mas importantes de que hablar".
En resumen y para no seguir con la lista, con tanta frecuencia me siento una mala madre que ahora decido confesar que lo soy.
No importa que el invidente de mi hijo no se de cuenta, no importa que todavía no me lo haya reclamado, no importa que él siga abrazándome y hablándome y queriendo pasar tiempo conmigo; Finalmente ¿qué sabe el? , solo tiene cinco años. Probablemente resolverá todo esto en su adultez, posiblemente logre procesarlo y crecerá para ser un mejor padre que yo. Ojala.
Mientras tanto, y solo por la duración de este escrito porque tampoco soy masoquista ni me gusta la auto - flagelación, me acuso y me encuentro culpable, y me sentencio a tener que vivir conmigo misma y con mi mala maternidad por lo que me queda de vida.

sábado, 5 de enero de 2013

Fin de año


31 de diciembre del 2012
Hoy L se encontró con el mar.
Desde que nació se ha metido al mar. En mis brazos, luego abrazado de mi cuello, luego de mi mano y alguna vez, el verano pasado  conmigo al lado, ya suelto pero siempre con la seguridad de mi presencia a pocos centímetros.
Hoy no me necesitó.
Se encontró con C, un niño un par de años mayor, sólo en la playa, como él, que al no tener compañía para pasar la mañana, prefirió pasarla con el pequeño de cinco (casi seis) que lo miraba con ojos de admiración y juego. C, como buen norteño, conocía el mar. Conocía su dinámica y como incorporarse a ella, porque de eso se trata finalmente. Acá en Zorritos, y alguna vez yo (también de seis) lo aprendí a punta de revolcones, la marea tiene rachas cortas y bruscas de seis o siete olas grandes, y luego remansos de doce o quince tumbos. Cuando la ola está grande no se puede luchar contra ella, ni tratar de escaparse, si la ola grande te agarra adentro hay que someterse a ella, sumergirse, sacar la cabeza para tomar aire, agarrar piso y esperar a la siguiente. Luego viene el periodo de calma en el que uno siente que domina el agua y que no hay ningún peligro, en ese momento solo se disfruta, poco después viene la ola grande otra vez.
Pero lo que hace de éste un mar especial es que es como una buena madre: incluso si le pierdes el respeto y pretendes rebelarte a sus leyes su castigo es firme pero amoroso, te revuelca pero te deja salir a tiempo para respirar, sacudirte el susto y reírte del remesón. Eso sí, a la siguiente racha no te atreverás a desobedecer.
Sin necesidad de explicaciones C le enseño a L todo esto, solo con su manera de zambullirse, un par de gritos indescifrables y agarrando su mano cada vez que fue necesario; su comunicación durante las horas que pasaron jugando era totalmente no verbal y sorprendentemente efectiva; al cabo de un rato L sabía todo lo que tenía que saber para entrar un poco más adentro. Quedaba todavía una barrera que atravesar, y debo confesar que yo, bien sentada bajo mi sombrilla y con mi cámara en mano, rogaba internamente para que esa barrera siguiera firme. “Todavía no” pensaba, “todavía es muy pequeño”, “No te atrevas Lorenzo”.  El mismo sentimiento que tuve cuando lo cargue por primera vez, el mismo que tendré, seguramente cada vez que lo vea enfrentarse a nuevas mareas en su vida: miedo. Miedo inmenso gigante aterrador paralizante miedo horrible. Entonces vino una ola grande, bien grande, “se te para el corazón y contienes la respiración-grande”. Un segundo antes de que la ola cayera sobre él, lo miré, vi el miedo en sus ojos y en cada músculo de su cuerpo, y también vi fuerza. La ola gigante lo revolcó. Por varios segundos mi hijo fue un borrón negro en medio de un montón de espuma blanca. Miedo incalculable. Entonces su cara apareció, resoplando agua, con los ojos cerrados con fuerza y el pelo totalmente enarenado, la cara de un revolcado. L tomo aire, se paró, plantó bien los pies en la arena, abrió los ojos y lanzo una carcajada gigante, más grande que el miedo, salió hasta la orilla fuera del peligro y bailó y saltó de alegría. En ese instante mi miedo, el sentimiento que me asalta cuando pienso en la fragilidad de L frente al mundo, desapareció. Exactamente igual al momento en que lo cargué por primera vez, una vez que sus ojos se encontraron con los míos el miedo inicial desapareció y fue remplazado por una emoción, más orgánica, más poderosa, posiblemente menos racional, pero más verdadera: confianza. Confianza en el poder de ese ser y confianza de su lugar en el mundo. Esa emoción difícil de explicar llegó hace casi seis años y me dio muchísima paz.
Una vez que se dio cuenta de que un revolcón no es más que un revolcón, y que hasta divertido resulta, L se entregó al placer del agua como un pequeño delfín.  Un rato después C se cansó del mar y desapareció sin que yo le pudiera agradecer la tremenda lección que nos había dado y luego de unos minutos me tuve que acercar a la orilla para casi arrastrar a un arrugado niño mío hasta su toalla.
Se termina el año.
No se acabó el mundo y nos preguntamos ¿Por qué no,  si lo estamos haciendo añicos? Todo el mundo quiere comer comida peruana pero no todos los peruanos podemos comer, o estudiar, o ir a la playa de vacaciones. Hay muchas tareas para el 2013, hay mucho trabajo que hacer. Y lo más importante sigue siendo, para mí, remplazar ese miedo que aparece cuando pienso demasiado; remplazarlo con esa fe, esa confianza que existe cuando solo siento y percibo y estoy y soy. Llenarme de esa emoción para seguir viendo a L encontrarse con el mar, con la primaria, con la pena, con el mundo, con la vida y reírme con él cuándo se pare después de cada revolcón más fuerte. Más  feliz.
Un buen nuevo año para todos.