martes, 25 de junio de 2013

Alrededor de una casa de muñecas

Se habla mucho sobre lo interesante y trasgresor que es el personaje de Nora de "Casa de Muñecas" (H. Ibsen). La mujer que se va de su casa, de su matrimonio, de su maternidad, a buscarse a sí misma, a descubrir quién es, pues no ha podido hacerlo hasta ese momento. Ella se da la vuelta y da un portazo, después de haber echado algunas culpas y de haber descubierto su vacío interior en una escena que se repite entre las parejas desde hace años y seguramente se seguirá repitiendo, una escena que tiene un trasfondo certísimo e inmutable: somos distintos, no nos entendemos.
Somos distintos, no nos entendemos. Mas allá de las bromas y comentarios sarcásticos y hombres de marte y mujeres de venus, somos diferentes por naturaleza y aquello que realmente nos iguala es la necesidad y atracción que sentimos los unos por los otros. Entonces, hay los que seguimos dándonos golpes contra las paredes y mantenemos la esperanza de algún día llegar a un lenguaje común, y hay los que vivimos tranquilos en la diferencia, en el complemento; sin necesidad de convertir la diversidad en conflicto. A un nivel interpersonal, hemos logrado cierto equilibrio, un equilibrio que es el resultado de promediar los "desastres" íntimos y privados de cada pareja que existe y ha existido. No parece haber una fórmula, más que la conciencia de que día a día se hace camino al andar, caminante, golpe a golpe y beso a beso. Y punto.
Hay otros niveles sin embargo, hay niveles en los que la diferencia se vuelve un poquito peligrosa, un pelin agresiva, una pisca terrorífica... "Acaso una mujer no tiene el derecho de ahorrarle a su padre moribundo un sufrimiento innecesario?, acaso una mujer no tiene derecho a salvar la vida de su marido? Incluso si esto significa falsificar una firma? a quien le hace daño?" dice Nora.
Y¿Por qué Nora no habla desde el comienzo? ¿Por qué no le dice a su Torvaldo: "Sabes qué, estás enfermo y hay viajar al sur para curarte, así que vamos a pedir un préstamo." o "Sabes qué? Te acuerdas esa ves que fuimos a Italia? No era por mí, sino por ti, por tú salud, y para ir yo pedí un préstamo, hay que pagarlo juntos?" No lo hace, no? Por qué? Ah? Pues por salvaguardar el bien mas preciado de su esposo, su mayor tesoro, aquello que es más valioso para él que ella misma: EL HONOR
Eso que, para mayor información, en la actualidad llamamos orgullo.
Ese, me disculpan aquellos que lo tienen en alta estima, ese honor/ orgullo, ese maldito... es el más cochino invento o descubrimiento o concepto o sentimiento que alguna vez llego a nuestra vida como especie, para hundirnos en la absoluta miseria. Para amarrarnos a medio metro de la felicidad y nunca soltarnos la soga. Para hacerle la guerra a la paz, a la armonía, a la alegría, al bienestar. Y me corrigen si me equivoco, pero ese, honor/orgullo "NO EXISTE", no es una emoción, que aparece como consecuencia de algo real, no es como las hormiguitas del miedo, o la alegría, o la excitación, o el hambre. Es un sentimiento "máscara", creado para hacernos creer que hay algo que salvaguardar más importante que nuestro placer y felicidad; que hay algo por lo que luchar contra otros, algo por lo que pasar por encima de otros, algo por lo que creerse mejor que otros (Y al que me venga con el rollo de la preservación de la especie, que no joda, para salvaguardar eso se inventó el orgasmo!).
Muchas (todas?)  las elaboraciones políticas y sociales de la humanidad han sido construidas con ese maldito de cimiento. Y Muchas (todas?) son construcciones masculinas. La iglesia, el estado (democrático, oligarca, autocrático...) el mercado capitalista, el paradigma de conocimiento...
Y es uno de los conceptos que los hombres y las mujeres llamamos igual pero vivimos distinto. Nora es consciente de que existe y rige el espíritu de su marido, pero vive por la ilusión de que suceda un milagro y pierda importancia al lado del el amor que siente por ella (les suena conocido?)
Y tiene sentido entonces que Torvaldo, totalmente anonadado por la resuelta rebelión de su "pajarillo" le  conteste "No puedes (irte) , ¿Sabes qué va a pensar la gente?" y qué ella responda "No, pero me interesa más qué voy a pensar yo".
Por otro lado, Cristina y Krogstad. Ellos se amaron de jóvenes pero no se juntaron, ella se casó con un hombre con dinero, para poder mantener a su madre y hermanos. Él, despechado, siguió su vida, alejándose del camino trazado por el honor, y más de una vez cometió actos que lo convierten en un hombre de "mala reputación". Cuando se encuentran, él está solo y triste y viudo, y por supuesto no pretende  ser merecedor del amor de nadie, sino más bien del odio que la sociedad le ofrece, por haber tirado por la borda ese honor tan preciado. Ella no tiene tiempo de ser feminista porque ha tenido que trabajar para sacar adelante a los suyos, no tiene tiempo de buscarse a si misma porque lo que está buscando es alguien por quién trabajar, alguien que le de sentido a sus esfuerzos diarios, otro naufrago para compartir la tabla. Ellos no tienen honor, no tienen orgullo, son aquellos que la sociedad desprecia. Un poco corruptos, o corruptibles, un poco miserables, un poco tristes, y definitivamente no están pensando en lo que los diferencia. Ellos son más humanos, ellos ganan entonces el Amor.
Y por qué la crónica/critica/comentario...
Ahora, que se desarrollan proyectos de ley que pretenden eliminar la educación sexual de la agenda del estado, negar la posibilidad del aborto terapéutico y penalizar la capacidad de decisión de la madre gestante. En estas épocas que se trae a la agenda el servicio militar "obligatorio" o mejor dicho selectivo con criterios económicos, ¿El servicio MILITAR? ¡¿MILITAR?? De verdad lo que más necesitamos es convertir a nuestros jóvenes en soldados?¿Validarles la Violencia?? ¡¡¿La Muerte???
Yo me pregunto qué fuerza, que corriente de alcantarilla nos sigue llevando a buscar esas medidas, qué poder, qué peso entra en la balanza para que no nos revelemos con todas nuestras fuerzas contra esos discursos, esas decisiones. De verdad la mayoría de nosotros seguimos creyendo en... Qué? La violencia, la imposicion, la ignorancia, el sufrimiento, la negación del placer... ¿Por qué?
Y ahí está Nora, tirándole la puerta en la cara al orgullo, al "honor", al des-amor. Reclamando el milagro de convertirse en un verdadero matrimonio (como el que debería haber entre un pueblo y su estado, no?), y entendiendo que ese milagro solo se cumplirá si ella crece y se conoce. Lo mismo que tenemos que hacer nosotros como sociedad, con la diferencia de que no podemos hacer un break con nuestro estado mientras lo logramos... Ahí están Cristina y Krogstad, sin honor y juntos, sin aprobación de la sociedad y felices. Y ahí está Torvaldo, destruido, solo, sin mujer por primera vez, sin entender bien qué ha pasado ... y mirando a su pequeño hijo, que seguramente necesita un abrazo, y sin poder levantar los brazos hacia el.