jueves, 2 de agosto de 2012

Tortícolis y felicidad

Me encanta el CIRCO!!!
Buuuuu! que original! a TODO EL MUNDO le encanta el Circo....
Lo que más me gusta del Circo son los errores.....
Ahhhhh....

En el teatro solemos decir "Si te equivocas, el único que se da cuenta eres tú".  El público no sabe qué va a ver, por lo tanto- la mayoría de veces- un error, si el actor está bien entrenado y presente en el escenario, solo tiene como resultado un momento de angustia interna (para el pobre actor y sus compañeros) y un traspiés casi imperceptible para el espectador. Y si llega a percibirse, el público tiene la consigna de hacer como si nada,  y entonces la historia sigue su curso.
En el circo no es así.
En una función de circo, a diferencia de una función de teatro, cuando algo no sale bien, como debería de salir, el público se da cuenta. Resulta evidente que el equilibrista pisó mal y perdió el equilibrio, o que el volantinero no debió caerse o que al malabarista se le fue la clava  de las manos, y en esos momentos todos, artistas y espectadores se unen en un mismo objetivo: que el acto se realice.
En el Circo todos somos iguales, todos somos libres y todos somos hermanos (Como en la revolución francesa!)
Realmente no importa el género, color, religión, nacionalidad o sexualidad; si eres talentoso y te sacas la mugre entrenando te puedes parar en el escenario, sino te sientas en el publico. Ahí todos podemos ser iguales.
Si eres feliz volando por los cielos, saltando metros hasta aterrizar en los hombros de otro, o corriendo sin rumbo aparente y jugando con completos desconocidos (o si eres capaz de ser ese completo desconocido); si disfrutas la risa en forma de carcajada, o el grito de asombro que se escapa de la boca por puro asombro, o sentirte maravillado, extasiado, ilusionado; con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas, entonces perteneces al circo. Ahí todos podemos ser libres.
Si estás buscando algún lugar, algún espacio en el que por un instante (o varios segundos) cientos de personas (personas distintas entre sí, con ideas distintas sobre el mundo o la vida) respiren a un mismo ritmo, hagan silencio al mismo tiempo, detengan sus pensamientos y pidan el mismo deseo; anda al circo y espera a que algo salga mal. Ahí todos somos hermanos.
Y es que en el circo no hay "ideas". Solo hay sentimientos y actos. Nadie está tratando de convencer a nadie de nada. La gran verdad que se hace visible en medio de esa enorme carpa circular es que todos somos seres humanos, capaces de grandes cosas, poniéndonos a prueba, parándonos al filo del acantilado, vulnerables, frágiles y mortales. Esa gran verdad, que todos conocemos o intuimos, nos hace enormemente empáticos, solidarios a prueba de balas, tremendamente humanos.
Entonces una función de circo es una pequeña revolución, un par de horas en las que todos los involucrados probamos un poquito de esos valores casi utópicos; igualdad, libertad, hermandad; una función de circo puede ser una experiencia que nos revela la hazaña más grande de todas, el verdadero virtuosismo, la mejor acrobacia: la capacidad olvidarnos de UNO mismo para ser TODOS.
Quizás piensen que exagero y que escribo demasiado emocionada, pero qué puedo hacer. Me encanta el circo, y acabo de ver una función con L, y fui feliz viéndolo reír, y mirar hacia arriba, hacia el cielo, donde unos queridos desconocidos volaban por los aires, absolutamente confiados en que todo iba a estar
bien.











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