viernes, 13 de julio de 2012

"Entre tu Arte y mi Arte..."

Frecuentemente pierdo la esperanza de que el arte pueda cambiar el mundo.
Y como no, si cada vez veo que se produce más arte (el arte se ha ido acumulando desde que existe el hombre, no?) y cada vez me parece que el mundo se aleja más del cambio.
Cuando entro en estas lagunas de incredulidad llego a pensar que el arte es una trinchera para algunos de nosotros, un refugio para encerrarnos en él y desde adentro creer que estamos haciendo algo al respecto... El arte o "eso" que estamos haciendo en lugar de ir a marchas o protestar contra las cosas que dañan al ser humano, es un "ampay me salvo", un fácil y rápido "esta-es-mi-manera-de-generar-un-cambio" , y simplemente no fuimos a una marcha y no protestamos contra las cosas que dañan al ser humano. Cuando entro en estas lagunas de incredulidad me siento inservible, vencida por la apatía, por la flojera o por la vanidad, y me doy un poco de cólera. 
Por suerte, hasta ahora y ojala me siga pasando en el futuro, cada vez que caigo en una de estas lagunas, algo me rescata, a veces yo misma y mis propios argumentos (revisados, revueltos y re-sabidos), a veces la pasión de otros, a veces una experiencia concreta.
Fui a ver "El deseo más canalla", una de esas obras de teatro que no son una historia clara, ni un mensaje directo, sino una serie de estímulos, imágenes, emociones; hilvanadas por un argumento simplísimo, o complejísimo (la elección queda a tu capacidad de imaginar); una versión libre sobre el texto del autor Aristides Vargas, creada por el colectivo Panparamayo. Y salí del teatro pensando que el arte es política, despojada de la palabrería, deslindada de la economía y potenciada a su mejor expresión por la belleza de sus códigos. El arte es (o puede ser) el esfuerzo de uno o varios ciudadanos por intervenir en los asuntos públicos, con su opinión, su voto o de cualquier otro modo. Ese "cualquier otro modo" que busca  enfrentar a los demás con su historia, con sus motivaciones o con sus ideas, con su sensibilidad, con su humanidad. Ese "cualquier otro modo" pretende "intervenir en los asuntos públicos", porque está hecho para un otro, para un semejante-pero-no-yo-mismo y confrontarlo. Ese "cualquier otro modo", al que llamaremos danza, o música, o fotografía, o escultura,o performance, o, o, o; es una valiente manera de hacerse visible como ciudadano, y más aún, como ser humano, y decir "esto es lo que creo y siento con respecto al mundo (por lo menos de momento), y tu?". Y muchas veces en el camino ese "otro modo" se cobra nuestro tiempo, nuestro sudor, nuestra tranquilidad. Ese "otro modo", por lo tanto, sí sirve. El arte comprometido, riguroso y sincero SIRVE.  
Y a partir de ahí se podría hablar de muchas cosas, podríamos hablar de lo elitista que es "el arte", de las pocas políticas que tiene el estado para hacerla más accesible, del arte que se hace llamar así pero que en realidad es solo entretenimiento, del arte como medio de propaganda, como estilo de vida, como producto comercial, del arte que nadie logra apreciar por críptica y pajazomental del artista, y finalmente de qué miércoles creo yo que es ARTE y quién me creo para estar hablando de estas cosas, pero de eso no se trataba esta entrada... y los qué me entienden me entienden,  ojala me entiendan los de Panparamayo. Y si no me entiendes, pues lo importante es que de momento me rescataron de mi laguna de incredulidad , y a seguir para adelante....

jueves, 5 de julio de 2012

Microvision de algunas cosas que vienen pasando...(o "zapatos de viaje")

Que difícil es ponerse en los zapatos del otro.

En los últimos días han venido sucediendo hechos de violencia, muerte y atropello a los derechos humanos a raíz del conflicto que existe en la sierra norte entre los pobladores y organismos de defensa de la ecología y la minera Yanacocha, el estado y las fuerzas armadas. El conflicto CONGA, un conflicto antiguo y complejo, y con implicaciones a muchos niveles; un conflicto que además, pone en evidencia la incoherencia de las políticas implementadas por el poder ejecutivo y expone claramente la dirección que mantiene el gobierno de Ollanta Humala y su gabinete. En Lima (y en otras partes) muy pocos somos capaces de entenderlo, porque usamos otro tipo de zapatos.
En paralelo se lanza un comercial dentro de la campaña "marca Perú" para publicitar el Perú como destino turístico en el extranjero; un spot de 3 minutos en el que un hombre español de 50 años recibe un vídeo grabado 20 años atrás por él mismo en un viaje por nuestro país, con el objetivo de hacerle (hacerse) recordar lo importante de valorar la vida y de paso re descubrir las experiencias ricas, intensas y variadas que vivió en ese viaje.
Primero- antes de ver el comercial- me dió cólera. Por supuesto que me da cólera que el gobierno (verdadero emisor de la campaña) sea capaz de decir "vengan a disfrutar del Perú señores extranjeros, señores peruanos, esperen unos siglos más, ya les tocará su turno", me da cólera y me resulta ridículo que en este momento estén pensando, e invirtiendo, en promocionar el turismo. El TURISMO! quizás la actividad que se ve más afectada por los niveles de conflicto social en los que estamos (Claro! vengan al Perú, traigan bloqueador solar, cámara de fotos y cremita para los golpes por si te agarra la policía sentado en una plaza y te muele a palos, total, estamos en estado de emergencia...). También me da cólera que haya tanta gente inteligente y creativa (y tantos recursos) dedicándose a diseñar una "marca Perú" en lugar de ayudar a la constitución de un "producto Perú", de una "identidad Perú", no para vender afuera (todavía) sino para apostar aquí dentro, una identidad tan compleja como la nuestra, en la que todos nos sintamos incluidos, ese es un mensaje urgente; y seguramente la base verdadera de la "marca" que luego le podremos ofrecer al mundo.
En fin, luego de todas estas cóleras, vi el comercial y por supuesto, solté mi lagrimón. Claro, para eso está diseñado, y me enorgullece decir que aun no he llegado a un nivel de cinismo que me impermeabilice completamente al efecto de algunos mensajes publicitarios (llorar con algunos comerciales es un signo de sensibilidad femenina- o de que te va a venir la regla).
Yo no soy publicista, ni socióloga y seguramente no tengo toda la información necesaria para hacer un análisis completo, ni del comercial en cuestión, ni menos aun de los conflictos sociales que atravesamos (desde hace ya varias décadas). Si tengo una ventaja frente a muchas personas, y se la debo a la clarividencia de mis padres. Conozco el Perú. No sé los nombres de los ríos ni recuerdo claramente que ciudad queda en que región, pero (con excepción de Iquitos) he viajado a todas las provincias de la costa sierra y selva. Viajaba con mi colegio y viajaba con mi familia, viajaba por tierra, en carro, viajé incluso durante una época en la que no se salia de Lima, por el peligro que significaba el conflicto armado en el resto del país. He escuchado a mis papas decir "Que maleados fuimos, como nos mandábamos a hacer esos viajes, y con los chicos" y yo se los agradezco intensamente (más que casi todo lo que me han dado en el transcurso de mi vida, que ha sido mucho), porque para mi, ahora, Cajamarca, y sus lagunas y sus montañas, y su gente, tiene un significado personal, vivido, experimentado. He comido su comida, he escuchado sus sonidos y he respirado su aire. Y así, Huaraz, y Piura, y Moquegua, y Madre de Dios....
Entonces mi idea de "Perú" no es Lima (solamente), no está marcada por un comercial publicitario (ni por un discurso político) y me despierta un patriotismo bien profundo (sin ingenuidades, porque todo lo verdaderamente bueno también tiene su "verdaderamente malo"), y mi idea de "Perú" me hace reconocer, primero y antes que nada, que mis "zapatos" no son los únicos. Que mi visión de progreso, futuro, patria o desarrollo; no es la única. Que el bienestar de mi país no es, solamente, mi bienestar, aquí en mi pequeño reducto de "barranquinadas y culturerias". Que hay tantísimo Perú por reconocer y validar. El núcleo de nuestra identidad posiblemente habite en nuestra diversidad, si es así, ¿Cómo vamos a sentirnos peruanos si no toleramos las diferencias?¿Si no valoramos las diferencias?
Tres conclusiones
1-Hay que viajar por el país. Hay que conocer este país que todavía no entendemos bien. Hay que conocerlo para que nos importe de verdad, porque a nadie le importa aquello que no conoce. Y hay que viajar por tierra porque es super-archi-fucking divertido!
2-Hay que educar peruanos que viajen por el país. (pequeño homenaje a mis viejos, a su plata que se gastaron- mucho menos que para llevarnos a Miami-, a su tiempo que invirtieron, a su esfuerzo y a su visión. GRACIAS!)
3-Hay que tratar de ponernos diferentes zapatos para caminar por el mundo.